El Asesino de Halloween - "Candy Man"

 



Una lluviosa noche de Halloween de 1974, los niños de Deer Park, Texas, salieron a la calle a llamar a las puertas de los vecinos. Ronald Clark O’Bryan, óptico de profesión, acompañaba a sus hijos, Timothy, de ocho años, y Elizabeth, de cinco, en su recorrido por las casas del barrio. Junto a ellos estaban también Jim Bates, vecino de O’Bryan, y su hijo.

Una de las casas a las que se aproximó el grupo tenía todas las luces apagadas, pero los niños llamaron a la puerta de todas formas, demasiado tentados por la remota posibilidad de recibir caramelos.


Pero nadie salió a recibirles: o bien no había nadie en casa o sus ocupantes se estaban escondiendo. Impacientes, los niños se fueron a probar suerte en otra casa y Jim fue tras ellos. O’Bryan se quedó solo.


Al cabo de un rato, O’Bryan se unió a los demás y les anunció que tenía buenas noticias, al tiempo que se sacaba un puñado de barras de caramelo ácido. Al parecer sí que había alguien en la casa que estaba a oscuras. O’Bryan repartió los dulces: uno a cada uno de los niños presentes, uno para el otro hijo de Jim y otro para un muchacho de diez años que O’Bryan conocía de la iglesia.





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